lunes, 7 de julio de 2014

Un Político Honesto.

-No me voy a andar con mamadas: si ustedes votan por mí, seré un gobernante de manga ancha y vista gorda.
Un murmullo de indignación inundó el auditorio. El Licenciado Godìnez sonreía mostrando un colmillo chueco y exagerado, creciendo dentro de su boca como una metáfora acertada de su calidad moral.
A nadie le sorprendió la designación de Godínez como candidato, pues si bien no había ganado las elecciones internas de su partido, tenía el poder necesario para comprar descaradamente la candidatura. Las arriesgadas declaraciones en su discurso de apertura, en cambio, dejaron a todos con la boca abierta. El Licenciado Godínez  esperó el efecto provocado por su atrevido inicio de discurso, deleitándose en la indignación de la concurrencia esparciéndose como una epidemia. Al terminar el rumor sonrió desagradablemente, se hurgó las narices, escupió y prosiguió con el mitin:      
-A ver, pinches hipócritas: ¿Pa qué se hacen pendejos?  Bien que saben quién les conviene pa “preciso”. ¿O què? ¿Me van a venir con sus pinches baños de pureza a decirme que ustedes nunca han sobornado a un policía? ¡Ay, no mamen…!
Godìnez eructó esbozando su sonrisa burlona mientras el auditorio se iba vaciando paulatinamente, e incluso se dio el lujo de esperar la salida de quienes dejaban indignados el auditorio tras su cínica y ofensiva declaración, antes de proseguir con su discurso. No se sorprendió al quedarse sólo con una docena de personas, entre militantes y funcionarios del partido, congregados en la sede nacional del instituto político. Algunos funcionarios se levantaron indignados en cuanto vieron las cámaras de la prensa, y azotaron estruendosamente el folleto proselitista de Godínez, con la esperanza de ser tomados en cuenta para suceder a su “Hombre Fuerte” después de semejante suicidio político. Godínez continuó el discurso repitiendo más o menos lo mismo, pero sobre todo, garantizando que de elegirlo a él, todo en el país seguiría igual. De hecho su lema de campaña resumía su estrategia electoral durante los siguientes meses: “Cambiar pa que todo siga igual”, lema pegajoso y hueco, óptimo para participar en un juego del cual todos buscan beneficiarse.
La campaña de arrancó de manera por demás polémica con aquel mitin, legendario al transcurrir el tiempo. A pesar de que la popularidad del viejo político descendía en las encuestas mientras los expertos en mercadotecnia política se comían las uñas, rogándole a su cliente cambiar el tono de su campaña; Godínez no hacía sino atizar y promover la imagen de cínico forjada durante toda su carrera política.
Entretanto los rivales se relamían los bigotes, desentendiéndose de la aparentemente nula amenaza representada por Godínez en sus propias agendas, para encarar una de las elecciones más apretadas en la historia reciente del país. Godínez ya no preocupaba a ninguno de sus rivales. Los opositores, cuyas tendencias políticas no vale la pena describir, trataban de ganarse al electorado con promesas de cambio, asegurando que ellos sí terminarían con la corrupción reinante en el país, prometieron una economía sólida en caso de llegar al poder, ofrecieron que el peso de la opinión popular estaría a la par del de la clase política. Se olvidaron del candidato oficial para enfocarse en seducir a la población con sus propias promesas y descalificaciones al resto de los contendientes.
Casi a la mitad de la contienda electoral los tres candidatos fueron convocados por el Órgano Electoral para realizar un debate. El día de la cita, los tres tomaron su lugar frente a sendos podios preparados para la ocasión. A diferencia de sus rivales, Godínez llegó vestido de manera informal. No iba sucio, al menos en sus términos, pues la higiene era un concepto extraño para él; pero tampoco parecía muy preocupado por dejar una buena impresión en el evento. El debate comenzó:
-Nnnnuestra principal preocupación –comenzó el hombre, arrastrando la “n” como si se tratase de un automóvil disponiéndose a arrancar a una velocidad considerable- será erradicar la corrupción en el servicio público, hacer eficiente la recaudación fiscal, y actuar con transparencia. Eliminaremos la discriminación, a la que mis opositores parecen ser tan afectos. Daremos apoyos a los “adultos mayores”, proporcionaremos recursos a las “jóvenes amas de casa”, seremos amigos del pueblo, al que con gusto entregaremos el poder en caso de así demandárnoslo, y combatiremos el lacerante brazo de la violencia que el partido en el poder ha permitido y fomentado desde su irresponsable desgobierno en nuestro país…
Una estruendosa ovación llenó el auditorio antes de dar paso al siguiente orador. El candidato, vestido con un elegante traje gris y unos lentes que le daban un aire de superioridad intelectual, aspiró profundamente antes de empezar su discurso:
-Nuestra preocupación, como la de todo el pueblo no es la de buscar culpables, sino encontrar soluciones. No diré que no se han cometido errores, Señor Candidato 1, pero han sido errores solapados por usted y su partido. No es mi intención, sin embargo, iniciar una pugna, porque este país solo saldrá adelante con la voluntad decidida de todos sus habitantes. Y si esa voluntad dictamina que sea un servidor quien coordine los esfuerzos de esta Patria pujante y noble, entonces el pueblo habrá optado por la reconciliación y la unidad, por encima de la pugna y la división. Mi gobierno será incluyente y abierto: tardo para la ira, pero pronto para el perdón.
Una nueva ovación se escuchó en el recinto cuando Godínez tomó la palabra. Con su panza fofa y su pinta de desempleado, tomó el micrófono y comenzó su participación con un discreto eructo. Hizo una ceremoniosa pausa, antes de empezar:
-Son ustedes un par de pendejos –dijo sin la menor consideración ni etiqueta- y mentirosos, además. ¿Quién se va a creer esas mamadas de la “unidà”, “los esfuerzos”, “unidos somos chidos..:” ¡No mamen! Pura baba de perico pa endulzarle las orejas a esta bola de votantes pendejos. Pero si ustedes son brutos por hacerle al pinche mártir, más idiotas ellos por creerles… ¿Saben por qué ustedes y yo estamos aquí paradotes haciéndole al cuento frente a esta bola de culeros…? ¡Porque ellos lo permitieron! Le hacen mucho a la mamada de que si los buenos somos nosotros, que si los buenos somos más, que pobrecitos de nosotros, que los políticos son bien hijos de puta… ¡No mamen! Si los primeros en andar haciendo chingadera y media en la casa, en la chamba, en la cola de las tortillas, son ustedes, cabrones. Total: si al país se lo carga la Chingada, la culpa es de los políticos, ¿Qué no? Mientras ustedes andan de putos mártires, rascándose los tanates, mentándonos la madre, hablando, hablando, hablando…  Yo no les voy a bajar las pinches perlas de la puta virgen: si llego a la Grande, no les prometo: les aseguro, que todos vamos a seguir haciéndonos pendejos  cómodamente. Las cosas van a seguir igual y me pueden echar la culpa de lo que se les hinche el huevo. Total: yo me voy a cobrar “a lo chino” sus mentadas de madre…
El auditorio se quedó en silencio. Godínez bajó del podio y se retiró. Después de unos súbitos comerciales mientras invitados y televisora se recuperaban de la impresión, el debate continuó con los dos candidatos restantes.
La derrota de Godínez parecía inminente. El día de la elección se registró una jornada relativamente tranquila, con incidentes aislados y una participación multitudinaria. La gente estaba acudiendo a votar de manera copiosa, pero la gran mayoría de los votantes salían del cubículo encogidos y como queriendo esconderse; o bien erguidos y sonrientes, pero con una mueca cínica en el rostro.
Al terminar la jornada electoral la oficina de Godínez era un hervidero de frustración y decepciones. Solamente el candidato permanecía ecuánime, incluso contento. Todos en el partido lo habían abandonado. Sólo los más dependientes permanecieron al lado de su señor, pues dejarle significaba sucumbir.
Las cosas empezaron a cambiar cuando llegaron los primeros resultados del conteo preliminar: El secretario personal del candidato leyó las primeras cifras ajustándose los anteojos, incrédulo frente lo escrito en el boletín de resultados del Órgano Electoral: Godínez aventajaba a sus opositores. Y no se trataba de una ventaja mínima: el primer resultado arrojaba una diferencia de treinta puntos porcentuales a favor del viejo político respecto a su más cercano competidor. Lejos de sorprenderse, Godínez se pavoneaba, repartiendo una serie de “se los dije, pendejos” por toda la oficina.
El ambiente en los cuarteles de los opositores era muy distinto: reinaban la desesperación, la incredulidad y la indignación. Los candidatos acordaron por teléfono una alianza para desenmascarar el fraude de Godínez; pero nunca se llevó a cabo pues incluso al negociar por teléfono, fueron incapaces de conciliar su tajada del pastel en caso de prosperar en su cometido. Y si bien ambos candidatos se presentaron muy ecuánimes a anunciar que sólo se trataba de un conteo preliminar sin validez oficial, los números a favor de Godínez aumentaban al paso de las horas. Al final del día la victoria era clara, inobjetable, aplastante.  
Como cada elección los perdedores salieron ante las cámaras a declarar sus intenciones de impugnar el resultado: aquello era sin lugar a dudas un fraude perpetrado por Godínez y sus allegados en el Poder. El ganador en cambio, se limitó a salir y gritar estruendosamente: “¡A huevo, pendejos! ¿Quién es su padre…? ¡Jajajajajaja!”, sin hacer declaraciones. En el país se respiraba una calma muy extraña: nadie salió a las calles a vitorear al ganador; pero tampoco hubo protestas multitudinarias de los opositores. En cambio, se respiraba un extraño y lúgubre silencio, flotaba en el ambiente una generalizada sensación de culpa.
El Órgano Electoral declaró Presidente Electo a Godínez a pocas horas de la histórica jornada. El margen de victoria no daba pie a alguna duda de su triunfo, y las pruebas presentadas por la oposición fueron desestimadas rápidamente dada su fragilidad. Sin grandes ceremonias, festejos o protestas, el viejo Godínez recogió la constancia de mayoría como Presidente Electo. Y como era de esperarse, los medios lo abordaron para someterlo a las obligatorias entrevistas.
Godínez acudió al noticiero político de moda con una entrevistadora famosa por ser polémica y contestataria al enfrentarse al Poder desde su programa. Godínez arribó en su calidad de Presidente Electo, y con su característica prepotencia, se comportó como el gañán que siempre había sido, lo cual indignó todavía más a su anfitriona.
-Señor Presidente Electo –dijo la mujer con un evidente tono sarcástico al pronunciar las últimas dos palabras- la primera pregunta que me viene a la cabeza es esta: ¿Cómo explica su contundente victoria a pesar de lo agresivo e incluso ofensivo de su campaña…?
Fiel a su costumbre, Godínez eructó antes de responder:
-Mire chulita: si usted quiere hacerse pendeja ta bueno; pero no me quiera venir a tratar a mí como tonto. Usted quiere preguntarme cómo hice el fraude, pero lamento decepcionarla: no hubo fraude. Pude haberlo hecho: me sobran mañas y güevos pa hacer lo que sea con tal de conseguir lo que quiero. Y si hubiera hecho fraude, pos vengo y se lo digo cagado de la risa, que una cosa es que lo haya hecho y otra que me lo prueben. Y si me lo prueban quiero ver si me quitan la Grande o me meten al bote a mí, o a los pendejos que hicieron el fraude. Si bruto no soy.
-¿Insinúa usted que su campaña de odio convenció a la sociedad civil?
-¡A huevo! ¿Y sabes qué hizo la diferencia, mi reina…? La honestidad. Si, la honestidad: yo podré ser muy hijo de puta, pero fui el único que le ofreció a esta bola de agachones lo que querían oír. ¿O qué? ¿A poco si votaban por los otros dos les iban a creer todas sus mamadas? En este pinche país sobran baquetones, lángaros, güuevones, cinicazos como yo; y farsantes necesitados de políticos ladrones y corruptos para seguir haciéndole al cuento con sus dizque protestas. Siempre lo he dicho: esta bola de cabrones puede soportar que uno les robe en su pinche carota, mientras tengan a quién culpar. Así funciona este país, y así seguirá funcionando siempre…
-¡Pero te la has pasado insultando, provocando y descalificando! ¡No es posible que la gente haya votado por eso …!
-Fíjate cómo me hablas, no somos iguales. Pero tienes razón: nadie votó por un cambio porque a nadie le conviene. Incluso tú, pendejita: seguramente votaste por mí. Jajajaja, por la pinche cara que pusiste, lo puedo asegurar. No me sorprende: soy ideal pa que sigas con tu teatrito. Es más: ya sé que un día de estos vas a amanecer con ánimo chingativo, vas a soltar alguna pendejada sobre mí, te voy a sacar discretamente del aire, te vas a hacer la mártir, te van a contratar en otro canal, vas a ganar respeto, a aumentar tu rating, y yo voy a quedar como el malo pero voy a seguir robando. ¡A toda madre, todos ganan! Porque hasta a esta bola de agachados le vamos a dar “chow”. ¿A poco no es este un país re bonito? ¿A poco no vivimos en el país perfecto? ¿No es bien suave la democracia…?

La entrevista terminó. Godínez escupió sobre el piso laminado del estudio y se fue escoltado por su equipo de seguridad, a preparar su toma de posesión.

viernes, 17 de enero de 2014

TV, Dinero, Magnates y Conspiraciones...

En términos generales, se nos ha enseñado a considerar el dinero y la ambición como defectos. Por el contrario, la pobreza y el conformismo son considerados virtudes. Quizá sea una de las razones por las cuales vemos con recelo a quienes le dan importancia a la generación de capital y en términos generales, demuestran una ambición considerable.  Por otro lado, nuestra cultura ve con malos ojos al magnate, reduciendo las complejas personalidades de quienes han labrado fortunas, a algo parecido a los villanos de las épocas más inocentes de la historieta. La verdad, las cosas son más complejas.
Discovery Channel presenta un programa llamado “el dúo mecánico”, protagonizado por un par de sujetos dedicados a comprar autos clásicos inservibles, y devolverles su antigua gloria, labor nada fácil por cierto. El dueño del taller suele hacer énfasis en el dinero, y eso, dada nuestra educación en general, choca con nuestra visión del mundo: ¿Cómo puede este sujeto pensar en el dinero y sólo en el dinero…?
Bueno: la realidad es más interesante: una vez superada la antipatía inicial por el sujeto, cuando uno se concentra en escuchar y analizar el show, muchas cosas quedan claras. Y una de ellas es la valoración del trabajo y del dinero.
Veamos: tenemos a un sujeto gastándose miles de dólares en chatarra. Y esa chatarra genera más gastos (¡Ojo con esto!) cuando el tipo decide restaurarla. Pero el cuate siempre trata de pagar lo menos posible por su consumo… y pedir mucho por sus autos. ¡Vaya tipo despreciable…!
¿O no…?
Veamos: tenemos a este sujeto, dueño de un taller, quien llega a pagar, digamos, 5000 dólares por un Mustang chocado. Claro, el sujeto que lo vendió trata de obtener más, pero: ¿Para qué quiere un trozo de metal ocupando espacio en su cochera…? Desde esa perspectiva, el restaurador tiene la ventaja para negociar, y la usa. Vaya sujeto malvado.
Poco después el tipo lleva su adquisición al taller. Repara lo necesario, pero puede suceder que se encuentre una avería inesperada de una pieza descontinuada o difícil de obtener.  Quizá hizo una mejora al auto; o simplemente encontró una pieza original. El auto queda impecable, mejor que nuevo, cuando el trabajo termina. El cuate toma su auto, lo ofrece, y previo a visitar al posible comprador, exclama: “¡Tengo que vender este auto por mucho dinero…!” Vaya codicia…
Una vez con el comprador, el restaurador da su precio. El cliente lo rechaza. El restaurador se baja un poco. El cliente vuelve a rechazar. El restaurador exclama: “¡Invertí 12000 dólares en este auto…!” (¡Vaya tacaño, contando cada centavo gastado en su trabajo…!) Finalmente llegan a un acuerdo, y el restaurador se lleva una muy jugosa ganancia. El restaurador dice: “Bueno, vendí el auto: es hora de hacer que este dinero me dé más dinero…”
Vaya con el codicioso hijo de perra: No sólo se dedica a un trabajo que le apasiona: también gana muy buen dinero con ello…
Esa es la percepción general de una persona inmersa en nuestra cultura.
La verdad, ver este programa me cambió muchas ideas. Primero, me hizo ver las grandes diferencias de la cultura laboral de E. U., y México. Estos cuates llegan a equivocarse, y dichas equivocaciones suelen costar dinero. Pero lejos de concentrarse en buscar un culpable o lamentarse, el enfoque de estos cuates es: “acabamos de perder dinero. Hay que ver cómo lo recuperamos”. Así de simple.
También he aprendido sobre la naturaleza misma del trabajo. Estos cuates se la pasan en el relajo, ríen, viajan, beben cerveza, piensan constantemente en el dinero… y disfrutan su labor. Nuestra sociedad suele ver el trabajo como una carga, una imposición. Incuso cuando trabajamos en lo que nos gusta, solemos sentirnos culpables por cobrar caro. (Me ha pasado mucho últimamente). En el “dúo…” los dueños del negocio no sólo no tienen pudor por cobrar caro por hacer un trabajo placentero para ellos: saben la calidad del mismo, y reflejan el esfuerzo, dinero, y tiempo invertidos en el precio de sus autos. Algo perfectamente justo.
Ahora, no es que piense que cosas como la salud, la familia, los amigos, etc., no sean importantes. Lo son, y quien cuenta con esas cosas haría mal en no sentirse agradecido por ello. Pero los tipos del “dúo…” dan esos elementos por hecho, porque cuentan con ellos. Lo que no se tiene, es dinero. (Al menos no se tiene todo el tiempo, quiero decir). Por ello mucho de mi percepción y original antipatía cambió cuando el cuate se puso a reflexionar sobre sus razones para no detenerse: tiene un taller de restauración de autos clásicos y le encanta; necesita un taller más amplio para generar más trabajo; tiene deudas; debe pagar salarios… y le gusta vivir bien, qué malvado. Bajo esas circunstancias, ¿Cómo culparlo por su casi obsesión por generar dinero? ¿Por qué ver la ambición como un vicio, y no como una virtud…?
Los Malosos Magnates.
“Gigantes de la industria”, otro programa de History Channel, trata sobre las andanzas de los magnates que literalmente construyeron los Estados Unidos. Sujetos como Ford, Rockefeller, entre otros, dueños de corporaciones líderes el día de hoy. Despiadados. Moralmente cuestionables. ´Codiciosos. Pero también geniales, visionarios y fundamentales en el progreso de la humanidad.
“Gigantes…” me ha enseñado hasta ahora varias cosas: entre ellas, que para sobrevivir en el mundo de los negocios, es necesario ser despiadado. Y confirmó mi convicción de que es el conflicto lo que mueve al mundo: gracias a los constantes intentos de destruirse entre sí, estos sujetos debieron ingeniárselas para sobrevivir y destacar. Y eso queda como una muestra de la escasa visión y parcialidad de las izquierdas más radicales: tenemos muy arraigada la idea de que los grandes magnates de la industria hacían y deshacían a placer; nos quedamos con la imagen de un patrón adinerado explotando de forma inclemente a sus trabajadores (una verdad parcial; pero no necesariamente fiel al retrato de la izquierda más ingenua y radical); hombres en la cúspide de un mundo del cual toman bienes a placer; holgazanes dedicados únicamente  a disfrutar los beneficios de sus negocios. Pues no, no fue tan fácil…
Rockefeller, el magnate por antonomasia, fue perseguido –merecidamente- por su gobierno, a través de toda la unión americana. Fue boicoteado por sus competidores, y eso lo obligó a desarrollar tecnología. Supo el valor de su trabajo, y lo cobró caro; a diferencia de Ford, quien en la búsqueda de crear un nuevo mercado, procuró abaratar el acceso a su mercancía. Y ninguno de ellos fue en modo alguno, un holgazán.
Por cierto, aprendí otra cosa de estos programas: las teorías de la conspiración, por atractivas que nos parezcan, son imposibles de llevar a la práctica. Las rivalidades de los magnates demuestran una vez más, que no puede haber un poder omnipotente: cuando surge una fuerza considerable, tarde o temprano se encontrará con una equivalente o superior. Los intereses de una gran corporación tarde o temprano entrarán en conflicto con otra, y no dudarán en usar la mínima ventaja para obtener la supremacía. Por ello la idea de una “complicidad” entre grandes corporaciones es remota. Pongamos por ejemplo uno de los blancos favoritos de los conspiranoícos: las farmacéuticas. Según las teorías de la conspiración, los laboratorios procuran vender medicinas para mantener enfermos a sus pacientes, lo cual es absurdo en el contexto de la despiadada competencia comercial entre ellos (sin tomar en cuenta a los científicos, doctores, estudiantes de medicina, laboratoristas, enfermeras, etc, que deberían estar de acuerdo con un tal “muro de silencio” para que la conspiración  funcione): si un laboratorio llega a detectar la mínima contraindicación no reportada en productos de un competidor, hará lo posible por hundir y desprestigiar a la competencia. Así de simple.

En fin, yo ya dije lo que debía decir, cada quien razónelo y tome lo que le sirva. Salud. 

martes, 7 de enero de 2014

¡BIENVENIDOS!

Blog dedicado a patear vacas sagradas y promover el pensamiento crítico. Si no le saca a analizar y cuestionar, éntrele con confianza…